4.20.2006
portada y editorial de la edición 10
Hace unos días estuvo Patricia Rosas Lopátegui, investigadora de la Universidad de Nuevo México, aquí en la ciudad, para la presentación de su más reciente obra “El asesinato de Elena Garro”, donde recoge la obra periodística de la escritora. La investigadora aseguró que Garro se desarrolló en un ambiente opresivo, patriarcal y machista, empezando por su entonces esposo, Octavio Paz.Sobre él, Rosas Lopátegui dijo que fue el principal obstáculo para Garro, quien la desactivo y acusó, junto a un grupo de intelectuales, como delatadora cuando sucedió lo de Tlatelolco, en 1968, y lo más que le permitió Paz que ella hiciera fue el periodismo, que en aquel entonces (en los años cuarenta y cincuenta) era visto como un subgénero. A ella se le silenció, aseguró la investigadora, se le desterró y se le discriminó por ser mujer, pero sobre todo porque sus ideas molestaban tanto a los intelectuales como al gobierno.Bajo esta idea, es interesante reflexionar cómo en la actualidad, en muchas áreas profesionales, las mujeres siguen siendo discriminadas, desde el simple hecho de burlarse de ellas por estar en un trabajo “de hombres”, hasta recibir menos dinero por la misma actividad realizada por uno de ellos.Más grave se torna cuando las mujeres son violadas y al momento de denunciar, los que están representando la “Justicia” dicen entre dientes que se lo buscaron, por vestirse de tal forma o andar tan noche, y como resultado tenemos cientos de mujeres muertas en Ciudad Juárez, que es donde más se ha hecho notar, pero no es el único Estado que más muertas tiene, lamentablemente.Un caso en particular, que resulta indignante, es el de la periodista Lydia Cacho, que fue aprendida sin recibir notificación alguna, por policías poblanos que fueron por ella hasta Quintana Roo, por denunciar la red de pederasta en el país, donde incluye a poderosos empresarios y funcionarios.Si nos vamos un poco más atrás, qué pasó con Digna Ochoa, mujer activista que le dieron muerte hace años, y el gobierno simplemente dijo que fue suicidio, y de las mujeres que se dan la tarea de exigir mejores condiciones laborales y de vida, muchas han muerto, por eso lo que Elena Garro vivió en su tiempo, en pleno siglo XXI, las mujeres lo siguen padeciendo. No se puede continuar así, si queremos una sociedad democrática y justa.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario