“Actualmente está de moda leer libros de superación personal que prometen resolvernos la existencia”
Por Lorena Castro Peñuelas
lorcp23@hotmail.com
La pasada navidad recibí, como cada año, el bien intencionado regalo de mi tía Clementina: un libro de superación personal. Mi tía Clemen (como le decimos de cariño) sabe de mi gusto por la lectura y elige con esmero el título que se acomode más a mi situación, asegurándose primero de que el libro sea un best seller. Desde Juventud en éxtasis y Caldo de pollo para el alma, hasta El regalo excepcional I y II han formado parte de mi biblioteca personal.
Con estos títulos, me viene a la mente un recuerdo de mi niñez: cuando acompañé a mi abuela Francisca a comprar una “loción atrayente” (para cautivar a los hombres) a su hija Elena, quien según mi abuela, ya estaba en edad de casarse y formar una familia, pero la pobre era tan fea que nadie se le acercaba ni siquiera para hacerle plática, que platicadora eso si era; pero lo que yo estaba recordando a propósito de la superación personal, es que en aquel lugar vendían además una gran variedad de hierbas, veladoras, amuletos y sustancias raras que servían para lograr el éxito en el amor, en el trabajo, para alejar las envidias, en fin, para resolver cualquier problema.
Han pasado muchos años, hoy no creemos en esas cosas, ya no somos supersticiosos.
Ahora leemos recetarios para vivir mejor, para hacer amigos, para ser un hombre exitoso, para conseguir marido, etcétera, etcétera. Además, asistimos a conferencias y cursos de superación personal donde nos acarician los oídos con frases motivantes y nos enseñan a tener una actitud positiva y una mentalidad de persona exitosa, porque claro, así lo requiere la sociedad actual. Por otra parte, nos anuncian en televisión productos para mejorar nuestra vida sexual, para tener un cuerpo atlético sin necesidad de hacer ejercicio, para aumentar el tamaño del pene, para redondear los senos... Productos, cursos y libros con fórmulas tan mágicas como las “ lociones” de mi abuela Francisca.
Actualmente está de moda leer libros de superación personal que prometen resolvernos la existencia y no me refiero a los que están hechos por profesionales responsables, ya sea de las diferentes ramas de la medicina o la educación, sino a los que nos ofrecen un simple manual para lograr las metas de nuestra vida, el mismo para todos. Autores como Carlos Cuauhtémoc Sánchez, Og Mandino y Miguel Ángel Cornejo, han vendido miles de libros de consejos para jóvenes, padres de familia y parejas que esperan conseguir soluciones rápidas y eficaces a sus problemas.
La pregunta es ¿por qué tenemos la necesidad de leer estos libros?, parece que algo nos hace falta para darle sentido a nuestra vida y comprender mejor lo que pasa a nuestro alrededor; no es suficiente esta forma de vida materialista y competitiva; estamos perdidos entre el ajetreo, el ruido, la basura y los empujones para ver quien llega primero a no se donde. Pero ¿qué hace que la gente prefiera leer libros de superación personal y no de otro tipo (de Literatura, por ejemplo)? Mucho tiene que ver en esto la educación. Desde niños aprendimos a recibir y almacenar datos, sin razonar, ni cuestionar. Una educación incapaz de despertar en nosotros algún interés por el conocimiento, el sentido crítico o el gusto por lo bello, pues además de impedirnos pensar, nos hace creer que todo lo que recibimos es real y verdadero: aprendemos a ver el mundo a través de otros ojos y, por si fuera poco, cada vez se le da que los libros de superación personal formen parte de la Literatura como arte.
El arte en cualquiera de sus manifestaciones (Pintura, Música, Literatura, Escultura, etc.) nos proporciona un camino hacia un conocimiento de la realidad y de nosotros mismos de tal manera que cambia nuestra percepción del mundo. La Literatura estimula la imaginación y la creatividad, incita a la reflexión, invita al lector a participar de la experiencia artística y continuar su propio texto a partir de la propuesta del autor. Esto no lo ha logrado ningún libro de superación personal. La sensación de euforia que provocan estas lecturas es pasajera, no producen un cambio en el lector, el supuesto cambio consiste en aceptar el modelo de vida que alguien más diseñó, pues no se puede lograr un cambio real sin reflexionar sobre sí y sobre el mundo. Podemos a través del arte iniciar el camino hacia el autoconocimiento y el cambio en la manera de percibir la realidad o dejar que alguien más nos diga cómo vivir nuestra vida. Que cada quien decida.
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