6.22.2006

Sobre el anti Edipo:Deleuze y Guattari

(a propósito de la Francia, la filosofía,o de cómo el captalismo ya no asusta).
Por
Miriam Ibarra Páez y
David Bautista-Toledo
Publicado en Entre Líneas #13

Hemos venido presenciando una serie de movilizaciones sociales y civiles en el ámbito global que han cimbrado la conciencia de aquellos que vienen pensando y viviendo el mundo desde una lógica lineal y unilateral. El poder político es una de las muchas formas en que se ejerce el poder, más no la única. Diversos son los actores, y diversos sus compromisos, que vienen demostrando que la lucha por los espacios públicos son una de las agendas urgentes a revisar en el estudio de la nueva política, en el estudio de las nuevas formas en que se entiende y se ejerce el poder.

Francia ha despertado el interés de la comunidad global; la situación actual de las condiciones sociales ha culminado en una serie de manifestaciones que no debemos obviar. Hoy fueron más de tres millones el número de personas que salieron a las calles, mañana podrían ser mas. Estos elementos nos plantean una serie de interrogantes a las que nos es necesario acudir:

1. Si la filosofía es una actividad que nace en un contexto social específico, con situaciones y condiciones culturalmente determinadas, una actividad del pensamiento que piensa así mismo las preguntas son: a) ¿Qué tipo de pensamiento, y por lo tanto, que tipo de filosofía se genera en la actualidad? Para esto es necesario responder primero a: b) ¿Cuál es el mundo actual? ¿en qué condiciones se desenvuelve el diario acontecer de la humanidad?

2. En este tipo de dilucidaciones nos es lícito cuestionarnos: a) ¿cuál es el impacto real de la teoría? ¿Cuáles son sus límites y cuales sus posibilidades? ¿en dónde queda su capacidad para generar reflexión, análisis y dicho sea, pues, la crítica?

3. Dado esto llegamos al punto que consideramos como el más debatible a saber: ¿Cuál es el papel del filósofo en la sociedad actual? Dicho sea de paso, ¿Cuál es el espacio asignado para tal sujeto? Sabemos que un filósofo no es un abogado, no es un médico, no es un deportista, entonces surge la cuestión sobre la naturaleza del oficio filosófico, o ¿será acaso que la práctica filosófica está destinada a la vida académica?

El autor que nos compete en esta reflexión se sitúa en una Francia muy parecida y al mismo tiempo muy desigual a la actual, dándonos el lujo de la contra-dicción. Gilles Deleuze fue uno de los teóricos comprometidos con el movimiento del mayo francés; junto con otros intelectuales y demás participación de la sociedad civil Deleuze comulgaba con la idea de que el lugar del filósofo era en las calles. El filósofo como una figura pública y no atribuible únicamente al claustro académico e institucional; es decir, la filosofía como un servicio público, como un bien cultural que debe reconocerse en los mismos rostros de la sociedad. La filosofía al servicio de lo social, como estrategia o plan, pero también como operativa y funcional… como máquina.

La obra escrita conjuntamente con Félix Guattari llamada “El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia”, es producto de la reflexión directa del mayo francés. Esta obra considerada como uno de los pilares de la filosofía política contemporánea fue redactada hace ya tres décadas como fruto y resultado de la condición histórica concreta, y que nos es asequible a través de la teoría, de la reflexión. Es por ello que consideramos que las reflexiones vertidas en tal obra son de fundamental importancia por el nexo temático y contextual que atraviesan estas líneas. Además creemos que el sentido de la teoría radica en la pertinencia de sus planteamientos, de sus conceptos y categorías, en su capacidad para articular la temporalidad… lo histórico. Por tal motivo se ofrecen a continuación una aproximación hermenéutica a varios de los conceptos claves del Anti Edipo con la finalidad de redescubrir los acercamientos y los distanciamientos, como sus posibilidades y pertinencias en la actualidad.

Edipo es la figura representativa del capitalismo. Edipo es un dispositivo regulador de subjetividades y comportamientos, si es que se puede dar la posibilidad de que existan estas por separado. Edipo representa la condición inicial de la carencia, del vacío que requiere ser llenado, filtrado, por la verdad-autoridad. Edipo es consumidor de discursos, de esquemas físicos, mentales, políticos que fracturan al cuerpo. Así, pues Edipo se legitima como regla del juego, como norma. Edipo es método y finalidad en sí mismo.

LÍNEA DE FUGA
Dentro del sistema capitalista que es cerrado, de acuerdo a su tendencia por mantener el 'orden', se necesitan líneas de fuga para que el fluir del pensar siga su curso; el esquizo, modelo contrario a Edipo, es la línea de fuga, es el elemento que abre, por decirlo de alguna manera, las determinaciones del ser. La línea de fuga es un acto de resistencia y de afirmación; esto es, como un escape ante el totalitarismo que los cuerpos gubernamentales aplican. Se trata de romper con la jerarquía desde los trasfondos del pensamiento hasta la máquina despótica del Estado. Una línea de fuga es una mutación dentro del mismo sistema; es convertirse en 'otro' y; por lo tanto, abrirse a otras formas de vida.

Otra de las posibles interpretaciones de la línea de fuga es la desindividualización, la diferenciación de lo mismo, esto se refiere a que en el organismo estatal se debe suplantar la idea de una jerarquización con el fin de erradicar el poder y no desembocar en un inminente fascismo.

La multiplicidad del pensar se refiere a nuevas líneas de pensamiento, tal como el ejemplo del rizoma, que sus ramas crecen caóticas, torcidas, encorvadas, dobladas, sin seguir el patrón de conducta de lo lineal, de lo mesiánico.

No significa que las ideas antiedipianas estén en contra de la razón, al menos no de la razón que busca, que no se detiene en una certeza, sino que la duda es el móvil de su actuar. El dar sentido y lógica, origen y significado certero es Edipo; en el proceso de análisis esquizo se descodifíca la historia.

La posición desde la que se sitúan Deleuze y Guattari es referida al devenir del pensamiento en contra de lo totalitario, lo dogmático y ortodoxo, de la certeza. Sus categorías sin ser categorías son movimiento, multiplicidad de pensamiento, duda que haga trabajar el pensar. Las teorías de la esencia se quedan muy cortas, hay mucho que se esconde entre líneas, no existe el por qué de reducirlo todo, de redondearlo todo a una simple esencia.

MÁQUINA DESEANTE
La idea del ello freudiano se encuentra aquí, ellos pretenden descartar el arquetipo occidental que percibe el mundo desde lo negativo, el deseo no es carencia como lo es para Freud, sino es producción, al desear se encienden los motores de una máquina que multiplica las opciones, es voluntad de vida, del deseo vienen las necesidades y no al revés. Aceptar el deseo como producción de proyectos, de sentidos es apostar por una auténtica auto-determinación. La liberación que supone el pensamiento de Deleuze-Guattari busca que se elimine esa relación de explotador-explotado, pues aún a pesar de sabernos explotados no hacemos nada por reivindicar la posición en que nos encontramos, por eliminar la injusticia, todo ello a costa del poder. El deseo no se origina de nada, viene consigo en los flujos del pensamiento, está en constante devenir. El deseo es sujeto y objeto en una función, es máquina deseante. El deseo es instinto liberador que se externa en las líneas de fuga. El deseo es afirmativo, nunca negativo; es celebración de la vida.

MÁQUINA DESPÓTICA O BÁRBARA
Este tipo de análisis se refiere al Estado y la forma orgánica en que nos permite concebirnos, esto partiendo desde las categorías cartesianas de separar mente-cuerpo Deleuze trata de rescatar que la mente es parte de nuestro cuerpo y concebirnos desde “soy un cuerpo”:Para esto nos describe un “cuerpo sin órganos” que no se refiere literalmente al cuerpo, sino al organismo y su jerarquización “el cuerpo sin órganos pertenece a la antiproducción”; critica la significación con la que nos movemos, incitando a la inversión de los valores establecidos. El cuerpo sin órganos es un encuentro de diversos flujos de deseos; es decir, no es un cuerpo, sino muchos cuerpos implicados con la finalidad de diluir la identidad impuesta por la máquina despótica, por el Estado. Además de desarmar el concepto que se tiene del “YO”, pues funciona como traba para desarrollar un pensamiento múltiple. Ser un individuo pero no desde la lógica de lo uno, sino desde la perspectiva del esquizo.

Incluso el problema del conocimiento sale a relucir con la figura del Yo, pues se establecen categorías dualistas que limitan. Definir una personalidad es acabar con la potencialidad rizomática que tiene el ser humano. Deleuze propone la experimentación en cuanto al organismo, en la experimentación está la diferencia. Sumergirse al cuerpo y conocerlo, no negarlo, hacer conciencia de que nuestra mente es un órgano más y por lo tanto es parte de nuestro cuerpo.

Hay cuerpos. Siempre cuerpos. Un cuerpo social que se constituye de subjetividades que a su vez son todos los cuerpos. Pero también hay flujos que atraviesan estos cuerpos. El sujeto es un corte de flujos y simultáneamente producción de los mismos. Punto de partida y recepción de flujos.

El flujo codifica y territorializa los cuerpos. Es la codificación la marca del significado, la identidad cerrada que representa la violencia caótica en una imagen, en una representación, en una idea.

La realidad fluye, constantemente escapa. El capitalismo recodifica esos flujos para asumir, acotar, la diferencia, la alteridad… la otredad. Cuando hablamos de capitalismo enunciamos una serie de valores y sentidos expresados tácitamente en el cuerpo social. Una serie de reglas que validan o invalidan la semiotización de estos flujos. El capitalismo es un axioma que codifica y clasifica; es el ojo que juzga a través de nuestra mirada. El capitalismo es una máquina reguladora de flujos que aparece en su forma de control estatal. Para Deleuze y Guattari la máquina capitalista necesita y requiere de flujos descodificados y desterritorializados para legitimar su funcionalidad, para saberse autoridad y ley en uso de sus facultades opresivas y sus procesos de re-territorialización y re-codificación. Su arma es el miedo. El miedo que representa la falta de identidad, de pertenencia, de aceptación; el pánico y el estupor que provoca el 'otro', el bárbaro y salvaje (el sin reglas y sin ley)… el ex- céntrico.

Desterritorializarse implica quebrar, romper los códigos de la máquina capitalista; es establecer líneas de fuga ante el control estatal. Desterritorializarse resulta una suerte de continuación del proyecto rousseaniano: la anarquía como ontología; la política como ética. Recordemos que el arqué es principio, origen, pero también fundamento, base, centro.

El an-arqué es quién se opone; es el sin-principio, el sin-fundamento; es quién manifiesta la negatividad de la positividad cultural legitimada en el control estatal. El an-arqué deleuziano-guattariano es el esquizo, el que propone las líneas de fuga para la acción.

Hay en esto un juego de re-semiotización de la realidad; esto es, una re-interpretación de la vida misma, empresa para la cuál se requiere de un acto creativo (poiético y auto-poiético): un esfuerzo por re-crearse a sí mismo y construir sus propios conceptos (ejercicio propio del filósofo en voz de los autores).

La creatividad supone, entonces, un acto de libertad y de liberación simultánea de principios, fundamentos y jerarquías, pero también de categorías y conceptos. Libertad y liberación como creación implica la transmutación nietzscheana de los valores; es decir, transvaloración como creación de nuevos sentidos.

El desterritorializado muta, se transforma. Deleuze y Guattari usan la imagen del animal que se apropia de su propio territorio, de su mundo para ejemplificar la idea. Esto no supone un solipsismo ya que el esquizo es la alteridad, es un cuerpo signado por la multiplicidad; es el 'otro' reconociéndose a sí mismo… el animal crítico (de Krisis: juicio, decisión, elección, resolución) capaz de juzgar, decidir, elegir y resolver.

Sabemos que algo sucede en el mundo de hoy que nos indica que nuevos y emergentes actores sociales comienzan a cobrar presencia y voz dentro de los espacios públicos dejando de lado su condición de privados y exigiendo el respeto a sus valores, a sus sentidos y proyectos. Ante esto sigue abierta la interrogante sobre el papel de la filosofía y del filósofo en un mundo que siempre rebasa a la teoría.
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* Dónde dice capitalismo bien pudiera leerse, dada la condición actual, 'imperialismo'.
Obras consultadas:-Deleuze, Gilles y Félix Guattari. El Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia., Paidós, Barcelona, 1995.-Lash, Scott. Sociología del posmodernismo., Amorrortu eds., Buenos Aires, 1997

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