Por Rosario Maríñez
El caso de Zongolica, Veracruz, ha sacado a la luz, y puesto como un tema prioritario, la necesidad de cuestionar el papel que desempeña la Comisión Nacional de los Derechos Humanos: cómo opera, con qué margen real de autonomía; por qué tiene un consejo consultivo cuyos miembros están demasiado cercanos a José Luis Soberanes (entre ellos Joaquín López Dóriga), y que por lo tanto son incapaces de hacerle una crítica pues no pueden o no quieren hablar con libertad a fin de que se cumpla el mandato de esa institución. Hay muchos errores en la forma en la cual se constituyó la CNDH y la manera en la cual se selecciona a sus dirigentes.
Para algunos analistas la CNDH tiene un pecado de origen, pues nació para ocultar una política presidencial, la de Carlos Salinas, la cual nada tenía de defensa de los derechos humanos. Luego Ernesto Zedillo también hizo lo suyo, impuso como presidente de la CNDH a José Luis Soberanes, quien sólo ha dado muestras de ser un solapador de quienes violan los derechos humanos; sobre todo, en los últimos casos de Atenco y de Oaxaca, en los que su actuación ha dejado mucho que desear. Coincido plenamente en que, en el caso del crimen contra la señora Ernestina Ascencio, la incondicionalidad de Soberanes a la línea marcada por Felipe Calderón, con el fin de proteger al ejército, no deja lugar a dudas de que de defensor del pueblo (lo que significa la figura de ombudsman) no tiene absolutamente nada, y que está dispuesto a seguir los dictámenes de un Ejecutivo que ha decidido ejercer el poder con el garrote en la mano.
El señor Soberanes en vez de garantizar la defensa de nuestros derechos humanos ha preferido mentir, ha preferido abonar a la impunidad, ha preferido ser incondicional de intereses obscuros, ha preferido proteger su coto de poder, antes que cumplir con su función. Este coto de poder no es cualquier cosa.
La organización Fundar (que dirige Sergio Aguayo) señala que la CNDH de México es la más rica del mundo, con un presupuesto para el 2007 de 700 millones de pesos, y su labor se caracteriza por su ineficiencia, cuestión que opera de manera contraria al aumento de 100 por ciento de su presupuesto en los últimos seis años. Del total de esos recursos, poco más del 40 por ciento es utilizado para el mantenimiento de inmuebles y el pago de nómina. Además de que sus altos funcionarios gozan de excelentes salarios y disponen de los suficientes (e incluso excesivos) recursos para llevar a cabo sus funciones; es sabido que Soberanes es atendido por un cocinero (un chef) particular que le prepara su comida especial (se trata entonces de un verdadero funcionario con ínfulas aristocráticas). Los gastos que efectúa para la organización de encuentros de la CNDH son exorbitantes. Se ha detectado que sólo en dos eventos ocurridos en Puerto Vallarta en el 2003 y en Playa del Carmen en 2004 se erogaron 15.5 millones de pesos. Lo mismo ocurre en los gastos para publicidad, con los cuales no se promueven los derechos humanos, sino que sirven para posicionar a la CNDH. Por otra parte, las organizaciones civiles vienen señalando que la CNDH se cierra ante las peticiones de información sobre expedientes ya concluidos (Proceso, No. 1587, 1/04/07).
La lista de reclamos por la ineficiencia, y la mala actuación de la CNDH, bajo la presidencia de Soberanes, es larga. Sólo dos ejemplos: esta institución no fue capaz de elaborar una segunda recomendación sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, y al mismo tiempo hostigó las actividades realizadas por la Comisión Especial dedicada a investigar los crímenes. Y para los casos de los asesinatos de mujeres en todo el país (alrededor de dos mil al año), ni siquiera ha llevado a cabo investigaciones y recomendaciones correspondientes.
En el caso del crimen de la señora Ernestina Ascencio, las declaraciones de Soberanes, en vez de contribuir a la certeza y al esclarecimiento de los hechos, han venido fomentando la posibilidad de un conflicto de mayores dimensiones debido al estado de enojo e indignación de los pobladores de la Sierra de Zongolica.
Porque “miente a la población al decir que la muerte de nuestra madre fue por enfermedad”, los hijos de la señora demandan la renuncia del presidente de la CNDH. Y porque los ciudadanos mexicanos vemos cómo Soberanes ha perdido todo respeto por lo que el representa, porque es cómplice de quienes violan los derechos humanos de los mexicanos, porque es un aristócrata-burócrata sostenido con recursos públicos, es que también pedimos su destitución. Con un ombudsman así, los derechos humanos son sólo una simulación.
Correo electrónico: r_marinez@yahoo.com
La autora es Maestra en Ciencias Educativas por el IIDE-UABC, y alumna del doctorado en Ciencias por el DIE-CINVESTAV