Tomado de Proceso
Al recibir en San Francisco, California, el premio de derechos humanos que otorga la organización no gubernamental Global Exchange, el escritor hizo un llamado a los estadunidenses para exigir un cambio en la política y el abatimiento de los índices de consumo y tráfico de armas.
El pasado 19 de abril, el colaborador de Proceso fue galardonado por Global Exchange por su labor en defensa de los derechos humanos de las víctimas de la guerra contra las drogas, luego de padecer el asesinato de su hijo Juan Francisco, quien fue secuestrado y asesinado junto con otras seis personas en el municipio de Temixco, Morelos, a finales de marzo pasado.
En el marco de la entrega del reconocimiento, Sicilia calificó de “absurda” y “estúpida” la estrategia del gobierno de Felipe Calderón apoyada por Washington que hasta el momento ha producido unos 40 mil muertos y 10 mil desaparecidos.
“Las causas de este horror son múltiples y profundas. Son el resultado de una guerra absurda, del largo pudrimiento de las instituciones de México y de la insensibilidad política de Estados Unidos que, para mal evitar su consumo de droga, han instalado en México una guerra que no ha disminuido en nada ni el tráfico ni el consumo y que nos está costando miles de muertos y de desaparecidos”, dijo
Criticó, por ejemplo, que figuras públicas de Hollywood promuevan el uso de las drogas y, al mismo tiempo, el gobierno estadunidense apoye la guerra contra los cárteles en México con consecuencias fatales.
“Mientras en Estados Unidos gente como Charlie Sheen o Paris Hilton elogian y promueven el consumo de la droga en sus espectáculos y en los medios de comunicación, nosotros estamos obligados a perseguir a sus productores; mientras Estados Unidos tiene legalizada una industria peor que la droga: la armamentista, que arma tanto a las fuerzas del Estado mexicano como a las del crimen organizado, nosotros ponemos diariamente los muertos, el sufrimiento y el miedo; mientras bancos e instituciones norteamericanas coludidas con bancos e instituciones mexicanas lavan dinero, los ciudadanos de México vivimos en la miseria y el terror”, acusó el poeta.
Luego retomó el tema de legalizar las drogas y de cambiar a un enfoque social y de salud en la estrategia de combate al narcotráfico.
Asimismo, criticó la Ley de Seguridad Nacional propuesta por Calderón que, aseguró, de aprobarse como está sólo generará más violencia.
“En una sociedad hipereconomizada, la droga, al igual que el alcohol, debe entrar en las leyes férreas del mercado, debe ser despenalizada y aceptar esa despenalización como un fracaso del Estado y de la sociedad, como un mal menor –si se hubiese legalizado no tendríamos 40 mil muertos, 10 mil desaparecidos y un inmenso dolor en muertos corazones--.
“Por otro lado, una Ley de Seguridad Nacional, basada en la violencia y comandada desde instituciones cooptadas, corrompidas y ajenas al servicio de la nación, sólo puede perpetuar la criminalidad y el horror”, advirtió.
Denunció que en México no sólo están destruidas sus instituciones, también su tejido social.
Por ello, destacó la necesidad de contar con una buena ley de Seguridad Nacional que, dijo, debe tomar en cuenta un marco legal que proteja los derechos humanos frente a un Ejército que fue absurdamente sacado de sus cuarteles para realizar tareas policiacas.
También comentó que esa legislación debe incorporar el proceso de retiro paulatino del Ejército de las calles; la creación de una seguridad basada no sólo en una reacción contra la violencia del crimen organizado, sino en la seguridad y la prevención del crimen a partir de modelos ciudadanos, así como políticas que protejan el campo.
Asimismo, que se atienda la educación, los salarios miserables y el desempleo.
En síntesis, resumió, una política de seguridad que mire los problemas de México de manera integral.
Sicilia refirió que es necesario que la sociedad estadunidense contribuya a un cambio en la política restrictiva y militar del combate a las drogas, ya que “su responsabilidad en los crímenes y la injusticia que vivimos es absoluta.
“Su consumo de drogas, su apoyo irrestricto a una guerra que no se atreve a tener dentro de su territorio, su industria armamentista que nos está asesinando (México se ha vuelto uno de los consumidores fundamentales de su armamento), deberían hacer que los ciudadanos de Estados Unidos se movilizaran para exigirle a su gobierno un cambio en esta estrategia que día con día nos está costando mucho en vidas, en dolor y en destrucción. Si no lo hacen, serán cómplices de crímenes de lesa humanidad”, sostuvo el escritor.
Pidió que se deje de ver a los miles de muertos en México como cifras o meras abstracciones estadísticas en el imaginario administrativo porque detrás de cada una de ellas, recalcó, hay rostros, historias mutiladas y familias rotas.
Redondeó su idea:
“Piensen simplemente en sus hijos, en los amigos de sus hijos, en los hombres, las mujeres y niños que todos los días encuentran a su paso por la calle, e imagínenlos muertos, asesinados; piensen después en ustedes mismos y en los familiares de esos rostros muertos y podrán tener una evidencia clara del horror y de la inhumanidad indecible que hay detrás de esas cifras, de esas ‘bajas colaterales’, como despectivamente las nombra el gobierno y sus aparatos administrativos”.
El escritor y poeta destacó también que ahora la sociedad mexicana ha despertado y se está moviendo para lograr la unidad nacional que busca rehacer la paz, el amor y la justicia, elementos “que un gobierno corrupto, una equívoca Ley de Seguridad Nacional, basada en la guerra y en una estúpida política bilateral con Estados Unidos, nos han arrancado”.
En nombre de todas las víctimas, dijo que recibía el premio como un gesto de amor y de solidaridad de un pueblo hermano que puede ayudar a lograr un cambio en la lucha contra las drogas, al privilegiar el esfuerzo de la razón a la política del poder y de la guerra.
“Hay que elegir hoy entre hacer cosas humildes y eficaces, o aceptar el crimen y la imbecilidad como regla de vida. Me parece que no es difícil la elección”, insistió al pedir al pueblo de Estados Unidos compartir y apoyar la lucha de la sociedad civil mexicana.