10.23.2006

Reeditan obra de Horst Matthai

El legado del filósofo de origen alemán radicado en Tijuana volverá a publicarse, gracias al sello editorial Verdehalago.

Enrique Mendoza Hernández

Ante la locura hitleriana, salió huyendo de Alemania. México y la UNAM le abrieron las puertas al estudiante teutón, y en 1982 descubrió un territorio virgen para el pensamiento filosófico: Tijuana. Fue así como el pensador germano se convirtió en el filósofo pionero en el desierto fértil. Porque además de discurrir como catedrático en la Escuela de Humanidades de la UABC de 1986 a 1999, Horst Mattai dejó plasmado su anarquismo metafísico en sus obras de corte presocrático.
Tradicionalmente se ha predicado en las preparatorias y universidades que la cumbre del pensamiento griego fueron Sócrates, Platón y Aristóteles. En el papel de anarquista en extinción, el nativo de Hannover no dudó en desafiar a la historia y volvió su obra hacia los “filósofos menores”: Tales de Mileto, Parménides, Heráclito y demás observadores del caos y la physis. De ahí que sus obras publicadas por la UABC tomaran forma: “La Teoría Parmenídea del Pensar” (1990), “La Escuela de Mileto” (1994), “Ensayo de una Fenomenología Metafísica” (1995) y “Heráclito, el Obscuro” (1997).

Ahora que Verdehalago espera luz verde para la reedición nacional de la obra del pensador europeo, es un buen pretexto para voltear hacia la producción de Matthai.
Pero ¿en qué consisten las tesis presocráticas de Horst Matthai plasmadas en su obra? ¿Cuál es el interés de dedicarse a la “filosofía griega arcaica”? ¿En qué consistió su proyecto “Pensar y Ser”, del cual eran parte sus publicaciones? ¿Cuál es la aportación de Matthai no sólo a la UABC, sino a la filosofía en sí? Para tratar de descifrar la importancia de esta oscura filosofía, ZETA conversó con Heriberto Yépez y Felipe Lee Vera, catedráticos de la Escuela de Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California.
REPORTAJE COMPLETO


Humanidades: Perspectivas y reflexiones
Fundadores, ex directivos y pensadores discurren en torno a la fundación, desarrollo y evolución de la Escuela de Humanidades de la UABC en su XX Aniversario. Algunos argumentan lentitud y falta de liderazgo. Yépez: Es el momento justo de una transición.
Enrique Mendoza Hernández

¿Es concebible la realización plena del hombre sin Humanidades? La respuesta es obvia, sin embargo, la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) vivió sin el estudio del espíritu y pensamiento del hombre durante sus primeros 29 años de vida, de 1957 a 1986. No obstante, la tenacidad del Profesor Rubén Vizcaíno Valencia cubrió ese vacío con talleres de Teatro, Fotografía y Poesía, principalmente.

A la par de alimentar al estudiantado cimarrón sin una Escuela formal, Vizcaíno luchó desde 1957 por la instauración de una Escuela de Filosofía y Letras. Después de distintos proyectos fallidos, en 1986 la obra tomó forma con la unidad académica de nombre Escuela de Humanidades.

Hoy, a 20 años de distancia, fundadores, ex funcionarios y pensadores diversos platican con ZETA con el objetivo de reflexionar acerca del papel que ha jugado la Escuela de Humanidades en este polo fronterizo. La preocupación común es académica.

Algunos fundadores como Víctor Soto Ferrel y René Gutiérrez, recurren a la memoria para rescatar parte del proceso de construcción del proyecto. Mientras tanto, Jorge Martínez Zepeda se enfoca en la evolución de Humanidades, resaltando la lentitud y falta de liderazgo en la Escuela.

Otro fundador, Rubén Gaillard, recuerda la forma en que la UABC se quiso deshacer de Vizcaíno. En tanto el ex Director Rogelio Arenas hace una cruda crítica hacia la Escuela, subrayando los males de la misma como producto del modelo vertical con que funciona la UABC.Todos los entrevistados coinciden en la urgencia de los posgrados y avanzar hacia la Facultad. El filósofo Heriberto Yépez considera oportuna una transición.
REPORTAJE COMPLETO