1.02.2006

Portada número 7

Presentación

En la actualidad pareciera que el tema del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) se encuentra completamente explicado, discutido y comprendido por el medio científico, pero no es así, existe una corriente amplia dentro del medio de la investigación que difiere de la tesis oficial sobre la raíz del SIDA. En esta corriente se encuentran prestigiados científicos, entre ellos el premio Nóbel de química 1993, Karry Mullis
En este número se presentarán dos posiciones que difieren sobre la tesis del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) sostenida inicialmente por el científico Luc Montagnier y después por todas las instituciones de salud. La primera posición es de Karry Mullis, premio Nóbel de Química en 1993, y la otra, un resumen de entrevistas realizadas a Roberto Giraldo, prestigiado investigador, todo esto con la finalidad que el lector pueda tener acceso a las fuentes directas.
En esta discusión se ha planteado que el VIH no existe, lo cual a provocado un debate internacional sobre el tema. También ha generado preocupación en la Organización Mundial de la Salud (OMS), y sobre todo en las oficinas de las trasnacionales farmacéuticas, las cuales ven afectados sus intereses multimillonarios.
Por ello consideramos interesante publicar estas posiciones, además consideramos que forma parte del derecho a la información que deben poseer los ciudadanos. Lamentablemente los medios de comunicación masivos (salvo algunos casos) no le han dado la difusión necesaria al debate, pareciendo así que algo estuvieran ocultando a la sociedad.
Ente Líneas busca abrir espacios de discusión sobre todas las problemáticas que se generan en la sociedad, por ello consideramos importante publicar estas posiciones sobre la llamada “pandemia del siglo”. Esto no significa que la revista este de acuerdo con lo expresado en las opiniones publicadas, sin embargo consideramos necesario presentar la discusión del tema.
Esperamos contribuir a la crítica y al debate libre de ideas.

A. B. U. R. T. O.


Por Fausto Ovalle
fovalle@gmail.com

No recuerdo el año exacto, podría ser 1992 o 1993, tal vez ambos. El hecho es que de manera frecuente miraba una manta que decía Partido de la Unión Americana, la cual contenía una suástica, unía las banderas de México y Estados Unidos y estaba colgada en un edificio de la calle Madero, entre Tercera y Cuarta. Cada fin de semana la observaba cuando iba a tomar un taxi amarillo que me llevara a Playas de Rosarito.

Desconozco cuándo fue retirada. Lo que recuerdo, también de manera difusa, es que en 1994 el semanario Zeta publicó que en ese lugar tenía un consultorio un médico de apellido Messina. El doctorcito había redactado un manifiesto que justificaba los asesinatos de los presidentes. Por eso, cuando se le preguntó qué opinaba del crimen de Luis Donaldo Colosio, proclamó como un héroe a Mario Aburto Martínez.

A nivel nacional e internacional, Tijuana, después de 1994, vigorizó su leyenda negra. El estigma de ciudad violenta ya no sólo fue compartido por algunos estadounidenses y mexicanos. El crimen del candidato priista hizo que el nombre Tijuana apareciera en los medios de comunicación de todo el mundo. Tijuana: lugar donde ocurrió el magnicidio. Tijuana: sitio donde cualquiera puede matar al casi presidente de la República, o sea donde cualquiera puede amanecer liquidado.

Tal vez exagerando un poco, Tijuana tiene un antes y un después del asesinato de Colosio. El hecho, el eslabón entre el antes y después, o sea el asesinato del candidato presidencial en la colonia Lomas Taurinas, fue abordado por Heriberto Yépez en su novela A.B.U.R.T.O.

El libro, de portada roja; con una amplia fotografía del protagonista; el nombre no de manera tradicional, sino A.B.U.R.T.O, dividido el apellido por puntos y aparte; el tema y la leyenda “Nace una nueva tendencia, el narcorrealismo”, no puede pasar desapercibido en cualquier estante de alguna librería o centro comercial.Fueron altas las expectativas que me despertó. Conocer de manera literaria y ficcional la biografía del autor de uno de los crímenes más impactantes y trascendentales en las historia de México, Baja California y Tijuana.

Tal vez mi error fue imaginar lo que Yépez narraría. Ahora me doy cuenta que debería haber olvidado que vivo en Tijuana, en México y no formé parte del pasaje histórico que se comenzó a escribir el 23 de marzo de 1994.

La novela del escritor tijuanense es acerca de Mario Aburto Martínez, de su vida monótona en maquiladoras y sus traumas adquiridos desde su infancia, que le provocaron una inestabilidad que le permitió asesinar sin motivos aparentes al candidato del PRI a la presidencia de la República.

Al autor no le bastó analizar al “asesino solitario”, sino también habló de personajes como Carlos Salinas de Gortari, el chupacabras y del subcomandante Marcos.

La novela A.B.U.R.T.O. tiene más cosas negativas que positivas. Hacer una reseña de la obra sería enumerar sus errores. Si Yépez pretendió recrear a la ciudad fronteriza, no lo logró. El autor se desgastó en tratar de definir a Tijuana, como lo han hecho cientos de veces, pero poco se preocupó en describir y narrar lo que miles de personas viven aquí. Cometió el clásico error de la novela psicológica, cuando los escritores se preocupan más por definir comportamientos y se olvidaban que la vida no está hecha de definiciones, sino de actos, actos absurdos como el crimen de un candidato a la presidencia de la República.

Y aunque parezca sorprendente, el autor escribe largos ensayos para definir a Carlos Salinas de Gortari y sub comandante Marcos, pero son escasas las páginas dedicadas a la vida de Luis Donaldo Colosio y de los problemas internos del PRI, situaciones que impulsaron la confusión en el crimen. En relación del apantallador cintillo “Nace una nueva tendencia, el narcorrealismo” creo que es así- el tema del narcotráfico o la narcoviolencia no es ni el primero, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto en la obra. De manera escueta le menciona y por ello no lo define.

A.B.U.R.T.O. es una obra pensada en causar controversia, y así vender buen números de ejemplares, por ello el tema, por ello las calificaciones fáciles en contra de Carlos Salinas, sub comandante Marcos, Octavio Paz, Tijuana violenta, narcoviolencia. Tanto narrativa ni temáticamente aportan nada. No se aporta mucho de algo desconocido del asesino solitario. Lejos de obras como Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez.

Si existe algo en la obra es que muestran a un narrador que tal vez con el tiempo y la nueva tendencia pueda dar un buen producto. Por lo pronto aún no la escribe. Tal vez existe una maldición en el crimen de Luis Donaldo Colosio, ya que esta es la segunda mala novela que se hace del tema. La primera fue Un Asesino Solitario, de Élmer Mendoza.

Título: A.B.U.R.T.O.
Autor: Heriberto Yépez
Editorial: Sudamérica

No hay pruebas de que el VIH cause SIDA.*

Por Kary Mullis
Premio Nóbel de Química en 1993.

*Prefacio al libro del Dr. Peter H. Duesberg: Inventing the AIDS virus (Tomado de http://www.laverdaddelsida.com/inf_artnohaypruebasvihsida.htm)

En 1988 trabajaba como consultor en Specialty Labs, en Santa Mónica, realizando análisis del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Sabía bastante de análisis de cualquier cosa con ácido nucleico, porque había inventado la Reacción en Cadena de la Poliomerasa (Polymerase Chain Reaction: PCR). Por eso me contrataron. Por otra parte, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) era algo de lo que no sabía demasiado. De este modo, cuando me encontré escribiendo un informe sobre nuestros progresos y objetivos para el proyecto patrocinado por los National Institutes of Health, me dí cuenta de que no conocía la referencia científica para apoyar la declaración que acaba de escribir: El VIH es la probable causa del SIDA. Así que me volví al virólogo de la mesa de al lado, un tipo serio y competente, y le pregunté por esa referencia, dijo que no necesitaba ninguna; yo no estuve de acuerdo.

Pese a que es verdad que ciertos descubrimientos o técnicas científicas están tan bien establecidas que sus fuentes ya no se aluden en la literatura contemporánea, ése no parecía ser el caso de la conexión VIH/SIDA. Para mí, era muy notable que el individuo que había descubierto la causa de una enfermedad mortal y hasta ahora incurable, no fuese continuamente aludido en las publicaciones científicas hasta que la enfermedad estuviese curada y olvidada. Pero, como pronto aprendería, el nombre del individuo -que sería seguro materia de Premio Nóbel- no estaba en boca de nadie. Por supuesto, esta simple referencia debía estar en alguna parte ahí fuera. De lo contrario, decenas de miles de funcionarios y reconocidos científicos de diversas procedencias, que intentan aclarar las trágicas muertes de un considerable número de homosexuales y/o consumidores de drogas intravenosas de edades comprendidas entre los 25 y los 40 años, no habrían permitido que su investigación se limitase a una estrecha vía de estudio. No todo el mundo pescaría en la misma charca a menos que estuviese completamente verificado que el resto de charcas estaban vacías. Tenía que haber un informe publicado, o quizás varios, que juntos indicasen que el VIH es la posible causa del SIDA. Tenía que haberlo.

Hice indagaciones con el ordenador, pero no encontré nada. Por supuesto, puedes perderte información importante con las búsquedas por ordenador sólo con no introducir las palabras clave concretas. Para estar seguro de una conclusión científica, lo mejor es preguntar a otros científicos directamente. Esa es una de las cosas para las que sirven esos congresos en lugares lejanos con bonitas playas. Como parte de mi trabajo, iba a muchos encuentros y congresos. Adquirí el hábito de acercarme a cualquiera que diese una charla sobre SIDA y preguntarle qué referencias debía citar para esa cada vez más polémica declaración: el VIH es la probable causa del SIDA. Después de 10 ó 15 encuentros en un par de años, empecé a preocuparme cuando vi que nadie podía citarme la referencia.

No me gustaba la fea conclusión que se estaba formando en mi mente: la campaña entera contra la enfermedad considerada con creces como la peste negra del siglo XX, estaba basada en una hipótesis cuyos orígenes nadie podía recordar. Eso desafiaba tanto al sentido científico como al común.

Finalmente, tuve la oportunidad de interrogar a uno de los gigantes de la investigación del VIH y del SIDA, el doctor Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, cuando dió una charla en San Diego. Esta sería la última vez en que sería capaz de realizar mi pregunta sin mostrar cólera. Me figuré que Montagnier conocería la respuesta. Así que se la planteé, y con una mirada de perplejidad condescendiente, Montagnier dijo: "¿Por qué no cita el informe de los Centers for Disease Control (CDC, Centros para el Control de Enfermedades)?". Yo contesté: "No se refiere realmente al tema de si el VIH es o no la probable causa del SIDA, ¿o sí?". "No", admitió, sin duda preguntándose cuánto tardaría en marcharme. Buscó ayuda en el pequeño círculo de personas a su alrededor, pero todos estaban, como yo, esperando una respuesta más concluyente. "Por qué no cita el trabajo sobre el VIS (Virus de la Inmunodeficiencia Simia)?", ofreció el buen doctor. "También he leído eso, doctor Montagnier", contesté. "Lo que les pasó a esos monos no me recuerda al SIDA. Además, ese informe fue publicado sólo hace un par de meses. Estoy buscando el informe original con el que alguien demostró que el VIH causa el SIDA". Esta vez, como respuesta, el doctor Montagnier se dirigió hacia el otro lado de la habitación para saludar a un conocido.

No hemos podido encontrar ninguna buena razón por la cual la mayoría de la gente sobre la tierra cree que el SIDA es una enfermedad causada por un virus llamado VIH. Simplemente no hay evidencia científica alguna que demuestre que eso es cierto. Tampoco hemos sido capaces de descubrir por qué los médicos recetan una droga tóxica llamada AZT (Zidovudina-Retrovir) a personas que no tienen otro mal que la presencia de anticuerpos al VIH en su cuerpo. De hecho, no podemos entender por qué ningún ser humano debería tomar esa droga cualquiera que fuese la razón que se adujese. Ni Duesberg ni yo podemos entender cómo ha surgido esta locura, y habiendo vivido ambos en Berkeley hemos visto algunas cosas muy extrañas. Sabemos que errar es humano, pero la hipótesis VIH/SIDA es un error diabólico. Digo esto bastante alto como advertencia. Duesberg lo ha estado diciendo durante mucho tiempo.

Replanteando el Sida


Redacción/ Entre Líneas

foto de Roberto Giraldo

Lo siguiente, es sólo un resumen de la opinión del médico Roberto Giraldo, considerado un disidente del Sida, ya que el grupo que lo apoya, Replanteando el SIDA, está conformado por científicos y estudiosos de la materia, incluso premios nobeles, por lo que consideramos interesante conocer la versión de este grupo a través de las entrevistas hechas por una de las televisoras más retrogradas de México, Tv Azteca, realizadas en 1998 y en el 2001, transmitidas en horarios que la mayoría duerme, dentro del programa “Entrevista con Sarmiento”, con el conductor Sergio Sarmiento. Para leer la versión estenográfica completa, pueden localizarlas en las siguientes direcciones, ya que en la propia página del canal no serán encontradas, porque simplemente ya están fuera de línea. También agregamos la página del médico Roberto Giraldo para que conozcan más de cerca su trabajo.
http://www.robertogiraldo.com/esp/index.html
Http://clinica_naturista.tripod.com.mx/clinica_naturista/id9.html
Http://www.interactuando.org/modules.php?name=News&file=print&sid=850


¿Qué pasaría si todo el conocimiento que se tiene sobre el SIDA resultara equivocada?, la teoría del Dr. Roberto Giraldo da un revés a todos los estudios efectuados sobre VIH/SIDA.

Especializado en enfermedades infecciosas y en el sistema inmunológico, plantea que el SIDA no es una enfermedad contagiosa, que no se transmite sexualmente ni por transfusión de sangre y mucho menos es producida por algún virus, porque simplemente no existe.

Con más de 35 años de trayectoria, el médico explicó que su interés por la comunidad homosexual de Estados Unidos de Norteamérica lo llevó a estudiar el SIDA.

Sin embargo su estudio inició en 1975, nueve años antes de que apareciera el SIDA formalmente, con el interés de conocer las razones por las cuales los homosexuales eran más propensos a las enfermedades infecciosas, y saber qué estaba pasando para que esta comunidad padeciera inmunodeficiencia.

Para que una enfermedad sea infecciosa, según explicó Giraldo, “el virus o la bacteria deben entrar al cuerpo humano antes que la enfermedad aparezca”. En muchos casos del SIDA, la persona ha dado seropositivo mucho tiempo después de que se manifestó la enfermedad, por lo que viola todas las normas de las enfermedades infecciosas. Por lo tanto el SIDA es una enfermedad tóxica, “es el máximo deterioro del sistema inmunológico del cuerpo humano por exposición a agentes tóxicos”, comentó el colombiano, que los divide en cinco: químicos, físicos, biológicos, mentales y nutricionales, que de manera involuntaria o voluntaria estamos constantemente expuestos.

Lo que explica que un sector de los homosexuales que usan drogas, afrodisíacos y todo tipo de estimulantes sexuales, son más tendientes a que su sistema inmunológico se debilite, reflexionó el médico.

Para Giraldo, el virus del SIDA no existe, ya que cuando fue dado a conocer por el doctor Robert Gallo, en Estados Unidos, no se había aislado ni identificado. Hasta la fecha, aseguró el investigador, el virus no se ha aislado ni fotografiado, mientras tanto no existe.

De resultar cierta su teoría, las farmacéuticas habrán invertido millones de dólares en investigaciones y en la creación de drogas contra el SIDA, por lo que sería en vano. Pero para Giraldo, en el fondo los laboratorios saben que las pruebas Elisa, Western Bloty y Carga Viral (como se identifican), no son completamente seguras, porque en sus empaques contienen la leyenda “Estas pruebas no deben ser usadas por ningún motivo para el diagnóstico del SIDA”.

El SIDA no es igual para todos.
En África el caso del SIDA no se podría explicar si sólo se tratara por una exposición continua a agentes tóxicos, ya que los niveles de drogadicción no son los mismos que en América Latina y Europa, pero para el doctor tienen una explicación muy lógica, “en los países pobres de África el SIDA es un SIDA de pobreza y desnutrición”.

La pregunta obligada sería cuál es el tóxico que causa el SIDA, “ninguna en especial”, como lo explicó Giraldo, ”Las sustancias varían en los grupos de personas que les da SIDA. Los grupos de personas que les da SIDA son algún sector de hombres homosexuales, en personas con hemofilia, algunas prostitutas o personas de cualquier sexo que sean drogadictos y alcohólicos. Y en el África, en el Caribe, y en países pobres hay otro SIDA de pobreza, que no es por inhalación de tóxicos, sino que es por falta de alimentación”.

En el caso de las parejas que uno es seropositivo, y con el tiempo la mujer resulta seropositivo, no quiere decir que la haya contagiado su cónyuge, sino que ella también se expuso a los mismos tóxicos, según explicó.

Para el grupo que preside Roberto Giraldo, Rethinking AIDS o Replanteando el SIDA, ser seropositivo no significa que esté infectado con el virus del SIDA, sólo indica que la persona está estresada, “desde el punto de vista que ha estado sometida a la acción de los agentes tóxicos por un periodo largo de tiempo.

Para el grupo “Rethinking AIDS”, la enfermedad es muy fácil de curar y es ahí donde radica una de los principales discusiones, ya que los defensores del VIH argumentan que es necesario recetar drogas para evitar el desarrollo del SIDA, aunque la persona afectada no tenga ninguna esperanza de vivir.

En la India, cuenta el investigador, “comienza el SIDA hace unos años, y como no había con qué tratar a los enfermos, por la pobreza y por la falta de medicamentos... y de todas maneras se suponía que se iban a morir, enviaron a los enfermos a morir a sus casas.

El doctor Shantilal Kothari, que vivía en Nagpur , al centro de la India, las personas supieron que curaba todo tipo de enfermedades, por lo que empezaron a llegar enfermos del SIDA, y como su creencia era que el virus del SIDA era el que provocaba el SIDA, inició por tratarlos por desnutrición y otras infecciones. Con el tiempo los que se iban a morir aun viven, continuó el médico con su versión.

Con este ejemplo, el investigador cree que son otros métodos los que deben tratar el SIDA porque lo único que hacen los medicamentos es intoxicar más el cuerpo de la persona.

Métodos que van con la medicación de vitaminas, formas de desintoxicación, remedios naturales para fortalecer el sistema inmunológico, que de resultar cierto su planteamiento, como él mismo lo dijo, sería el mayor fiasco de la ciencia en toda su historia.