11.10.2006

Agonías del foxismo
Rosario Maríñez

Sólo faltan tres semanas para que finalice el sexenio foxista. Hay quien viene contando los días que le quedan, los cuales se hacen cada vez más largos, eternos. Sin embargo, habría que preguntarse ¿cuánto tiempo persistirá en la vida del país los efectos de los yerros cometidos por una de los peores gobiernos que hemos tenido? No sólo los efectos en la baja en los mínimos de bienestar de la población en términos de salud, alimentación, vestido, educación, que nos auguran generaciones de mexicanos impedidos del desarrollo de sus potencialidades.
También los efectos de la equivocadísima política exterior, ámbito en donde México ha perdido el liderazgo que le permitía ser promotor de las mejores causas de los países de lo que se denominó el Tercer Mundo. Hemos perdido respeto en lo internacional, pues este gobierno panista sólo ha buscado complacer a las grandes corporaciones que controlan el mercado global, y ha sido un siervo de los poderes político-militares que actúan en la Casa Blanca y el Pentágono estadounidenses. Es decir, convirtió a la soberanía en una entelequia.
Vicente Fox, este pobre hombre que se ufanó de sacar al PRI de Los Pinos, terminó su sexenio restituyendo lo más perverso, lo más nefasto de la cultura priísta, puesta en escena en la forma en que vienen tratando a los oaxaqueños. Los días que hoy viven estos mexicanos serán abonados a la trágica época echeverrista de la guerra sucia. Por eso uno de los saldos de este sexenio es la saña en la violación de los derechos humanos, sobre todo de las mujeres.
Fox se lleva en su haber la indolencia ante los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y la brutalidad de las violaciones de las mujeres de Atenco. De allí la justificada y valiente increpación realizada por la actriz Julieta Egurrola al finalizar la elegante ceremonia de entrega de los premios nacionales de Ciencias y Artes 2006 realizada el miércoles pasado en Los Pinos, en donde ella le entregó la lista de las mujeres violadas y de los presos de Atenco, de los jóvenes altermundistas encarcelados en el 2004 en Guadalajara, y de los muertos y desaparecidos en Oaxaca, para que en estos últimos días Fox se ocupe de hacer hacerles justicia.
Con fecha 4 de noviembre pasado recibí un correo electrónico proveniente de Oaxaca. Lo envía una mexicalense que ha formado su familia en ese estado, para enterar a sus hermanas que radican en Baja California sobre lo que acontece en la ciudad de Oaxaca. Soy de la idea de que lo que allí relata no sólo es de interés privado, sino público. Así que comparto con los lectores dos párrafos que para tal propósito he seleccionado:
“Hermanas: […] hay mucho que platicar, entre lo más importante es que la PFP de ninguna manera entró a pacificar la zona, al contrario, hay retenes por todas las salidas de la ciudad donde te catean y si quieren te detienen sin ninguna orden judicial. Todos los operativos los han hecho con mucha saña y lujo de violencia, no importa contra quiénes o dónde lo hagan. Hay muchos heridos graves principalmente de traumatismo craneoencefálico por los macanazos. También hay muchos intoxicados y asfixiados por los gases lacrimógenos que lanzan desde los helicópteros durante los enfrentamientos. También dispersan con chorros gigantescos de agua a la que le agregan ciertos químicos que queman la piel horriblemente.
Abascal miente, la policía sí quiso entrar a ciudad universitaria, incursionaron tirando bardas, rompieron cercos de metal, incluso se infiltraron en las instalaciones de la radiodifusora universitaria que era su blanco, ya que está en poder de la gente movilizada. La gente del pueblo y de muchas colonias llegaron por miles a resguardar y a ponerse como cercos humanos. Lo difícil fue sostenerse pacíficamente sin defenderse de la embestida salvaje de la policía que no respetaba ni a las, los ancianos, niños, mujeres, jóvenes, etc.
La policía no pudo contra tanta gente decidida a todo y sin miedo a sus tanquetas y armas de alto poder. La policía se replegó después de siete horas de enfrentamiento feroz con la gente del pueblo. Los jóvenes dieron la batalla con piedras, resorteras, hondas, palos, bombas molotov improvisadas. Incluso llegaron a quemar una tanqueta de la PFP, ¿cómo lo hicieron?, no lo sé. Las noticias tanto de TV Azteca como Televisa siguen muy muy sesgadas y le dan mucho espacio y voz a los agresores y los ponen como víctimas, cuando las cosas en realidad son muy diferentes”. En otro párrafo nos dice: “Me alarma mucho saber que la PFP compró grandes dotaciones de canicas en varios almacenes de la ciudad, que seguramente estará lanzando con sus mangueras contra la gente. Estos impactos sí matan si se lanzan con la fuerza de las máquinas. ¿Se imaginan? Tanta saña contra este pueblo que sólo está armado con su coraje, piedras y palos. Sin embargo, la gente no tiene miedo, está muy decidida a no permitir que su dignidad sea pisoteada”.
Estos son algunos pincelazos para describir lo que viven en la vida real muchos mexicanos. Esa realidad bizarra que es el reflejo del mundo idílico, color de rosa, fantasioso, frívolo, en el que ha vivido encandilado durante estos últimos seis años Vicente Fox, su Foxilandia.
Correo electrónico: r_marinez@yahoo.com
La autora es Maestra en Ciencias Educativas por el IIDE-UABC, y estudiante de Doctorado en Ciencias por el DIE-CINVESTAV.


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En un mes en que el Congreso de Estados Unidos votó por legalizar la tortura, hacer a un lado la Constitución al abolir el habeas corpus e incrementar el presupuesto militar para prolongar la cotidiana carnicería de cientos de iraquíes y afganos, la gran controversia entre los medios masivos y los funcionarios electos gira en torno a las insinuaciones sexuales de un legislador republicano a muchachos empleados en el Congreso.
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