11.17.2006

Y ahora, la guerrilla
Por Rosario Maríñez
Estos aciagos días de fin de sexenio no podrían ser más complejos sin la aparición de un nuevo actor político en el convulsionado escenario mexicano: la guerrilla. En la madrugada del lunes 6 de noviembre pasado varias bombas estallaron en la Ciudad de México: en la sede nacional del PRI, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y en una sucursal del Banco Scotiabank ubicada en el sur de la ciudad. Posteriormente, en la noche de ese mismo lunes dos granadas estallaron en un condominio ubicado en la calle principal de Ixtapa-Zihuatanejo. Estos bombazos fueron reivindicados, en las horas siguientes a su estallamiento, por cinco organizaciones guerrilleras, las cuales anunciaron que continuarán con sus ataques contra las 40 principales empresas nacionales y transnacionales, además de instituciones políticas y gubernamentales que financiaron y operaron el fraude de Estado; asimismo, demandaron la salida de Ulises Ruiz de Oaxaca y de la PFP, la presentación inmediata de los desaparecidos y presos políticos de Atenco y Oaxaca. En sectores sensatos y conscientes ha habido un rechazo contundente porque se trata de hechos evidentemente “condenables, punibles y lamentables, no sólo desde una perspectiva ética incompatible con la violencia, sino también a la luz de experiencias históricas nacionales e internacionales no muy remotas” como los califica el editorial de La Jornada (7/11/06). Es importante decir que la APPO se deslindó inmediatamente de estos atentados pues su estrategia política no contempla la utilización de la violencia.

Asimismo, diversos grupos y personas se han manifestado contra estos hechos pues consideran que se trata de provocaciones dirigidas a descalificar los movimientos ciudadanos que luchan en este momento por la defensa de legítimos derechos democráticos, como los que representan la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y el Movimiento de Resistencia Civil Pacífica que encabeza Andrés Manuel López Obrador; además de que sirven de pretexto para un aumento en la intensidad y extensión de la represión policíaca-militar. Incluso se sospecha que las organizaciones reivindicantes bien podrían ser una fachada de organizaciones de ultraderecha como el Yunque.

Intentar explicarnos estas acciones “guerrillas” en la actual coyuntura lleva a lecturas muy diversas y a posicionamientos contradictorios. El clima político está tan enrarecido, y la situación es tan preocupante que a pesar del contexto en que ocurren es insuficiente para tener claridad. Una lectura es la planteada en el párrafo anterior, la cual nos permite “maliciar” que hubo un beneficiado inmediato tras los bombazos: Felipe Calderón, quien en Ixtapa-Zihuatanejo, en una reunión con empresarios de comercio exterior, señaló que ante la pérdida de “respeto por la ley, la autoridad y la sociedad […] hacer frente a la delincuencia y el terrorismo […] la tarea costará hasta vidas humanas […] para mí no hay otra alternativa” (La Jornada, 8/11/06). Con estas palabras bien se puede interpretar que podemos esperar mayor represión con Calderón.

Otra lectura es que se trata de organizaciones político-militares que consideran que el único camino para transformar esta ominosa realidad (capitalista neoliberal) es el de las armas. Se trata de organizaciones verdaderas que desde un posicionamiento de ultraizquierda se manifiestan políticamente, como se desprende de los artículos publicados esta semana por la revista Proceso. En este aspecto, no debemos olvidar que por lo menos en las últimas cuatro décadas (a partir del asalto el 23 de septiembre de 1965 al cuartel militar de Ciudad Madera, Chihuahua) en México siempre ha habido presencia de grupos guerrilleros, unos de carácter rural y otros urbanos. Y en todo este tiempo el gobierno mexicano sólo ha utilizado medidas militares y policíacas para combatirlas; sin embargo, la presencia y recurrencia de varias guerrillas hasta la fecha, es la muestra de que esas medidas han sido equivocadas. Como ejemplos de su presencia en el pasado reciente hay que recordar que en 1994 el EZLN surgió públicamente con una declaración de guerra al Estado y al ejército mexicano justo cuando Carlos Salinas de Gortari celebraba el ingreso de México al TLC; y en respaldo al EZLN el PROCUP llevó a cabo una serie de operativos en enero de ese año. En 2000 las FARP, con disparos al aire, le dijeron a Vicente Fox: “México no es una empresa”. Y ahora, la dirigencia del EPR, le advierte a Felipe Calderón “que deberá enfrentar la organización, la autodefensa popular, la movilización masiva y la unidad de todo el pueblo” (Proceso, núm. 1567, 12/11/06, p. 6).

La situación catastrófica en que ha terminado el gobierno de Vicente Fox, la pobreza extrema en la que viven más de la mitad de los mexicanos frente a la riqueza extrema de unas cuantas familias, ha sido el mejor de los caldos de cultivo para que la violencia revolucionaria sea una respuesta a los agravios contra el pueblo mexicano.

Mientras, cada día que pasa la situación del país es peor, no sólo en el ascenso de la violencia criminal del narcotráfico que cada día cobra más víctimas a sabiendas de que la impunidad es su aval. También vemos cómo cada día es más grave y riesgoso lo que ocurre en Oaxaca, mientras la PFP sigue apuntalando al espurio gobernador Ulises Ruiz y violando los derechos humanos de los oaxaqueños. Mucho me temo que la tensión provoque una nueva tragedia, todo con el afán panista y priísta de asegurar la toma de posesión de Felipe Calderón.
La autora es Maestra en Ciencias Educativas por el IIDE-UABC, y estudiante de Doctorado en Ciencias por el DIE-CINVESTAV

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Esta carta fue enviada al correo de Entre Líneas (reventrelineas@yahoo.com.mx), por lo que nos parece muy importante publicarla de manera íntegra.

Un saludo a todos.

Antes que nada, somos el Movimiento Estudiantil Universitario y representamos la voz de aquellos que velamos por el respeto y los derechos del estudiante universitario en la Universidad Autónoma de Baja California.
En el presente mes de noviembre se difundió en todo el campus Tijuana, a través de la Vicerrectoría de la universidad, una información que indicaba a todos los estudiantes pasar a recoger la nueva "credencial oficial" de la UABC. Se manejaron hojas tamaño carta en cada pizarrón de corcho de los salones. Estas hojas tenian un caracter informal y solo indicaban pasar a la nueva biblioteca para obtener dicha credencial.
Para sorpresa nuestra, la nueva "credencial oficial" porta como emisores al banco Santander Serfín y a la UABC. Inmediatamente se nos alentó a depositar, por lo menos, $ 50 MN para abrir nuestra cuenta; si no deseabas abrir la cuenta, te entregaban la misma tarjeta de debito con fotografía, nombre y facultad incluida, asi como un número de cuenta. Al percatarnos de esto, surgieron los cuestionamientos esenciales del movimiento:

Cuando se consultó al estudiantado para transferir esta información de carácter personal auna institución privada?

Ningún miembro del movimiento autorizó que sus datos fueran transferidos a otra institución. Nunca se consultó a la población universitaria sobre éste trascendental evento; así mismo y, en consecuencia del atropello de la voz universitaria, exigimos la publicación del convenio UABC-Santander Serfín en su totalidad.
La información que se nos proporcionó fue tendenciosa y directamente orientada a que cada estudiante se volviera cuentahabiente de Santander Serfin. Por éstas razones nos encontramos indignados ante la falta de respeto de la administración de nuestra universidad, misma que nos ha tratado como un número más dentro de una jugosa base de datos.
El día jueves 9 de noviembre del presente año nos manifestamos por esta situación colgando mantas en la Escuela de Humanidades, mismas que, en no menos de 10 minutos, fueron retiradas sin mayor explicación que el hecho de no haber pedido permiso para colgarlas. A raíz de esto, decidimos tomar las mantas para expresarnos alrededor del campus; en todo momento nos siguió un guardia de seguridad de la universidad. Finalmente, cuando llegamos a la nueva biblioteca de la universidad y nos establecimos para manifestarnos, acudió la Vicerrectora; con ella intercambiamos un pequeño diálogo. Se le preguntó sobre el carácter obligatorio de esta "credencial" y ella contestó que no era oficial, que podríamos conservar la credencial anterior si queriamos; le cuestionamos el porqué la transferencia de nuestros datos a una empresa privada y porqué Santader Serfín tenía nuestros datos si no era obligatoria, a lo cual no tuvo respuesta.
Nos encontramos con muchas arbitrariedades dentro de esta casa de estudios, pero aún más en el proceso-convenio de la credencialización de los estudiantes de la UABC. En base a ésto, encontramos vital la necesidad de aclarar toda esta situación y redimir el respeto al estudiante por parte de la UABC. Por lo tanto, exigimos de la manera más pacífica que se acepte y se aclare:

1) La manipulacion de la información por parte del sector administrativo de la universidad con fines desconocidos para nosotros.
2) Que este tipo de decisiones trascendentales sean siempre consultadas vía referendum por el estudiantado.
3) Que cualquier grupo estudiantil de la UABC pueda expresarse sin ser reprimido dentro del campus.
4) Que se asegure una segunda alternativa de identificación oficial que no este privatizada.
5) Que se haga público en su totalidad el convenio UABC-Santander Serfín, con todo lo que esto implica.

Vivimos en un país cada vez menos tolerante de estos abusos y como mexicanos jóvenes que somos, no estamos dispuesto a permitir que se nos excluya arbitrariamente ante algo tan trascendental.
El M.E.U. es un movimiento pacífico-razonado que se resiste ante las bejaciones de la autoridad universitaria y que exige reconocimiento como organización representativa de un gran sector estudiantil universitario.

M.E.U.