2.14.2006

De la República de Weimar al Yépez de Tijuana

Por Bernardo de Jesús Saldaña Téllez


Son muertes por ejecución, son cárceles repletas de gente en proceso de sentencia, cautiverio en diversas expresiones físicas o mentales, de conciencia y corporal, hombres jóvenes metidos en la delincuencia como la única alternativa que les ha dado la sociedad y el tiempo en que viven, los valores en la transmutación que genera el dinamismo de mercado, mujeres pubertas que crecen de manera silvestre en la urbanidad, con poca comunicación directa de sus padres, trabajadores migrantes que ante la pobreza han abandonado sus lugares de origen con la esperanza de pasar la frontera y lograr una mejor condición de vida, la frustración, los nuevos asentamientos urbanos, una pobreza que prevalece en las gentes que por propiedad sólo tienen su trabajo y la prole, que contrasta con el nivel de vida de quienes de manera indistinta desempeñan una función comercial o laboral del otro lado de la línea y de este lado, y que hacen la otra Tijuana, la otra sociedad, no menos dramática ni ajena a la condición humana.

La violencia familiar, la prostitución por oficio, el mercado de enervantes que únicamente marca clases sociales ante la preferencia y ante el consumo del tipo de drogas, la sexualidad sin más rienda de control que el cansancio, matrimonios rotos y empalmados, una nueva estructura social de la familia, una arquitectura citadina improvisada, en partes complementarias que siempre demandan mas piezas, propensa al deslave, a la corrupción, a la fragilidad e improvisación sobre las que han construido la convención social, la responsabilidad y la ausencia de ella, el modelo urbano, la paradoja de la globalización, similar a los valores industrializados de una ciudad moderna, una realidad postmoderna, realista y no realista, en transformación constante, inevitable y a su encuentro, Tijuana.

Y luego sus instituciones, sus universidades, sus bares y cantinas, sus mujeres famosas, sus catedrales y capillas, sus distintas expresiones de fe en tantas denominaciones como el producto pueda ser representado y presentado como la medicina a una enfermedad del alma, del corazón, de la fe y de la sociedad, sus maquiladoras, sus políticos, sus poetas, sus escritores, sus artistas, su música y sus ritos, sus sacerdotes, sus fronteras, sus sindicatos, sus mafias y sus libertades, sus encabezados de periódico, sus filósofos que todo hacen, menos evocar los valores que deben o pudieran prevalecer en el ser humano en su actuar cotidiano, en el área de lo privado y de lo público, sus monumentaciones, sus vías, sus causes de agua, sus ríos de gente y la condición humana que bajo los principios de la ética y la moral, la verdadera naturaleza humana siempre está presente como animal destructor y que es necesario dominarlo, el debate ético y moral, trascender el materialismo histórico, definición precisa, exigente de la definición en los tiempos modernos, el conocimiento cognitivo, moral y práctico, la precisión del eje conductor del proceso de hominización, el hombre como especie diferente al animal, el valor de la vida y la dignidad, la capacidad de asombro, el surgimiento weberiano de lo subjetivo en la sociología de la religión industrial; La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Pero ¿y las ejecuciones? ¿Y el divorcio? ¿Y sí el ser humano en vez de animal es cosa desechada o reciclada? Su inocencia. En Tijuana el primer valor radica en la mujer, sigue siendo fertilidad y esperanza, pero no queda exenta de los vendavales del destino, sólo si es estoica puede mantener la integridad física y moral. Luego el sentido hedonista como segundo valor fronterizo, el placer picúreo. Le sigue el texto vano, como cola de gallina, sin esencia; la física social complementa un devenir que no evita la deriva cotidiana en sus habitantes, ni la angustia de la emoción, ni de la pena.

Por adorno los filósofos huecos, por banalidad la tercera nación, por ofensa a la razón kantiana los argumentos de cartón, sin visión y sin sentido, sin calidad moral, enardecidos en sus sentidos, engañados dentro de su propia ignorancia y la oscuridad que reflejan, enarbolando la antorcha de la verdad ciega. Solo compiten contra los políticos de cualquier partido, contra los que representan partidos democráticos como si fueran concesiones familiares, contra los que en el nombre de la revolución y de las instituciones endosan toda libertad y preservan viejos regímenes ya extintos, ya muertos vivientes en la vitalidad, activis mortis, contra aquellos que en el nombre del cambio únicamente quisieron disfrutar de los placeres del poder, nunca para ejercer los valores éticos y morales, la ideología que les dio origen radica en la condición humana.
Resumen social: Muertes violentas, perdida de la condición de asombro en el ser humano, devaluación del sentido de dignidad hasta casi desaparecer, salvo en aquellos casos en que algunos individuos dan síntomas de enojo cuando no se cumple su voluntad, o no se les entrega lo que se les pide a cambio, entonces se expresa en cólera, en retiro, pero no por dignidad, sino por frustración. Los hechos sociales externos y coercitivos, la escuela francesa durkheimniana, lo social se explica por lo social, la ignorancia se explica por lo ignorante, por su cultura institucional, se intenta insertar a fuerza, contra la voluntad social, el racionalismo contra el relativismo, domina el relativismo estuardista del hombre utilitarista, el relativismo engulle en sus entrañas la más pura de las ideas, la más perfecta figura ergonómica de ideal racional. Los consejos cicerónicos, ignorado el ideal romano de justicia para el buen gobierno de una provincia, su aplicación trasladada al ámbito de la religión en una transfiguración de la sociedad.

Es retomar el sentido filosófico de la ética y la moral con respecto al ser humano, sobre su condición natural, sobre el origen y teoría del Estado, sobre la convención que propicia a la familia y a la sociedad en que vivimos. Cuestionar si el ser humano es por naturaleza malo o bueno, desde una perspectiva distinta a la maniquea, con valores del relativismo moral de una sociedad en tránsito y desde el supuesto, que la violencia es el estado natural del individuo, entonces las teorías del Estado, la validación hobbsciana para levantar al Estado en un Leviatán, en Estado de derecho que aplique la ley con riguroso sentido, que castigue con fuerza, con más interés en la disciplina para garantizar la paz y la convivencia social, antes que justificar la impunidad, la corrupción, el crimen y el deterioro del tejido social como consecuencia de la sociedad posmoderna donde los dioses quedan postergados y después olvidados ante la globalización de las marcas, la fe como icono, la fe en competencia de mercado. Son válidas otras categorías de análisis, se puede sustituir el prisma maniqueo para reflexionar sobre la moral de lo bueno y lo malo, la dialéctica es válida en reemplazo, también se puede eliminar lo bueno y lo malo, y abordar lo feo y lo bonito, lo placentero y lo frustrante, desde la visión que más nos plazca, la moral provisional desde una espalda erguida y la vista al horizonte, con una actitud que peca de soberbia, estoica. Si los filósofos están perdidos en el glamour, en el apostolado, en la redacción, en ocupar los recintos que pudieran ser equivalentes al oráculo para ostentarse como los modernos escribas, conducta que comparten con los políticos, con los cronistas, cuando se convierten en los fariseos de la verdad, siendo verdaderos acólitos del diablo. La producción social del conocimiento de Marx y Mannheinm, el argumento que el ser social determina la conciencia, la tesis marxista y su concepción de la falsa conciencia que los identifica, la conformación de una teoría de la ideología como producción social de la falsa conciencia.

Relaciones determinantes entre infraestructura y superestructura, discusión crítica si la inconciencia es producto de la insociedad, del inEstado, de la ausencia misma provocada por el vacío de poder y autoridad institucional de ética y moral. Pero no retoman el sentido de la razón pura, ni de la razón kantiana, ni hegeliana, se mueven en la vida sin coordenadas de X y Y, sin la cartográfica cartesiana, ni siquiera guiados por la fe. Hay algo que no mencioné con respecto a la arquitectura urbana, olvide decir que si bien es cierto que algunas casas están hechas de una forma integral, de un mismo diseño, con materiales que las hacen uniformes, también es cierto que un número mayor de casas están hechas de remiendos, aun en el entendido que el remiendo es consecuencia del uso, del paso del tiempo, es señal del desgaste cotidiano, y sin embargo han nacido nuevas y con parches, en otra expresión minúscula, reducidos los hogares a simples techos para la cama y la mesa. La sociedad tijuanense a pesar de su vigor, de su fuerza y su vitalidad, nació a destiempo, gastada, su sociedad no mantiene los valores salvo como referencia de ornato a otros tiempos, entiendo que pudieran causar molestia mis argumentos, pero sin embargo, si la gente tuviera vivo y vigente el sentido de dignidad, a través de diversas manifestaciones expresaría su rechazo a la condición cultural de los gobiernos y sus gobernantes, de las nuevas fuerzas sociales que tienden a institucionalizarse como el narcotráfico y la economía informal, rechazaría de manera categórica las nuevas formas de relaciones sociales, la expresión iconográfica en lo alto de las paredes, la semántica de sus mensajes que no sean los tradicionalmente aceptados, o en su caso la vanguardia en la comunicación y en el lenguaje con que se expresa nuestro tiempo, nuestra estancia y nuestro tránsito, la validación monodiana(2) que sólo somos tránsito, nunca destino mismo, la Némesis adormecida, mutilada, ocasional y que aun para el azar, alea jacta est.

Hay algo que no mencioné con respecto a la arquitectura urbana, olvide decir que si bien es cierto que algunas casas están hechas de una forma integral, de un mismo diseño, con materiales que las hacen uniformes, también es cierto que un número mayor de casas están hechas de remiendos, aun en el entendido que el remiendo es consecuencia del uso, del paso del tiempo, es señal del desgaste cotidiano, y sin embargo han nacido nuevas y con parches, en otra expresión minúscula, reducidos los hogares a simples techos para la cama y la mesa. La sociedad tijuanense a pesar de su vigor, de su fuerza y su vitalidad, nació a destiempo, gastada, su sociedad no mantiene los valores salvo como referencia de ornato a otros tiempos, entiendo que pudieran causar molestia mis argumentos, pero sin embargo, si la gente tuviera vivo y vigente el sentido de dignidad, a través de diversas manifestaciones expresaría su rechazo a la condición cultural de los gobiernos y sus gobernantes, de las nuevas fuerzas sociales que tienden a institucionalizarse como el narcotráfico y la economía informal, rechazaría de manera categórica las nuevas formas de relaciones sociales, la expresión iconográfica en lo alto de las paredes, la semántica de sus mensajes que no sean los tradicionalmente aceptados, o en su caso la vanguardia en la comunicación y en el lenguaje con que se expresa nuestro tiempo, nuestra estancia y nuestro tránsito, la validación monodiana(2) que sólo somos tránsito, nunca destino mismo, la Némesis adormecida, mutilada, ocasional y que aun para el azar, alea jacta est. Y sin embargo, es puro moralismo burgués, sin sentido, la condición natural del tijuanense es de libertad, es una sociedad en tránsito, donde la vida ya no tiene sentido, el partido político que asuma la responsabilidad del Estado, seguirá contando con seres humanos forjados en la misma realidad social, en la misma cultura, si acaso en la contracultura que la complementa. La existencia del ser humano en Tijuana ha perdido el sentido clásico de la virtud aristotélica, en extinción la moral elitista para el ciudadano civilizado en ética nicomaquea, una nueva Edad Media de ignorancia, summa theologica. Lo práctico y utilitario, la facilidad de creer que el fin es el medio y el medio también es el fin, que la felicidad es lo mismo como vivir bien y obrar bien, que creer que el bien es sinónimo de no hacerlo. En esplendor la gran máxima de moral “seguir la naturaleza”, el ser racional encuentra el mayor bien, aun no pensando, aun postergando el verdadero espíritu de la sociedad y del hombre. Un justo medio, remiso.

Sabiduría para qué, dominio de sí con una pistola humeante en la mano, coraje y justicia, pura retórica barata, si dentro de la fortaleza, la templanza y el pudor, se encuentran liberalidad, magnificencia, magnanimidad, dulzura, veracidad, buen humor, amabilidad y un acentuado horror al mal y a la injusticia. Perdonar la vida lleva todo ello, cuando sale corriendo el condenado por calles oscuras, chocando con objetos oscuros y una caída trágica, cómica, alegra la vida, le da sabor al sacrificio, lo convierte en anécdota que releva la cifra gris, oscura y sangrienta. Dentro de la justicia, el bien natural, el mejor bien común, en Tijuana se vive bien, se muere mejor, el bien común convertido cultura, la política civil y social, en esta última, el mayor bien no escrito, el bien común de la costumbre, el bien libre, ya que el bies escrita constriñe, ata las manos, lega responsabilidades, es correctiva, contractual o comercial, se despacha en los juzgados judiciales o adquiere una etiqueta vindicativa. Por último, la equidad del bien común. Nadie se salva. Y luego los deberes para con Dios, con uno mismo, con el prójimo. La primacía del deber sobre la circunstancia, el deber que resiste la prueba de la temporalidad y de la latitud, el deber universal, valido para todos los tiempos y en todas las tierras. El ideal kantiano, más utópico que moralista ilustrado, el hombre autónomo, la persona humana depositaria, centro de los valores, sobre todo cuando a su nombre se encuentra la cuenta bancaria, el registro público de la propiedad y del comercio donde asentó sus propiedades, la crítica de la razón práctica, siempre como un fin y nunca como un medio. El reino de los fines.

Un reino distinto al reino de Dios, “por el reino entiendo el enlace estructural, sistemático, de distintos seres racionales por leyes comunes, más como las leyes determinan los fines, según su valides universal” y no mayor ley que la costumbre. El hombre es santo a pesar de lo que haga.

La intrusión en los asuntos políticos, sociales, históricos y culturales, el quehacer humano como fin en sí, dejando correr el continuo permanente, el valor capital cognoscitivo como razón, nunca como dogma para explicar las ideas y el valor de ellas cuando quedan como hechos, como vestigio antropológico, la conciencia desenmascadora a través de la reconstrucción de la ciencia, el lenguaje pero plasmado en nuevas figuras taquigráficas de azotea, puro y formal, renacentista, la aportación de Wittgenstein para fundar la filosofía analítica, las investigaciones filosóficas para abordar en canal, adentrándose a las entrañas de la violencia social, directo a las tripas del orden establecido, violencia subversiva.

Esos intentos alemanes por tejer y deshilar la razón, la ciencia, la luz del conocimiento, illuminatis, la República de Weimar dentro de un ambiente cultural propio de la revitalización, de la reinvención y del pensamiento, cogito ergo sum. La Alemania de la Unificación y de la República de Weimar, sin duda el país más culto, sabio y erudito del mundo occidental, el escenario de uno de los más profundos procesos de ideologización y polarización social conocidos, transformando la vieja sociedad de la risueña burguesía protestante en un infierno de incomprensión y prejuicios, después el fracaso de Bismarck, la caída de la ansiada República de Weimar, la polarización política de los alemanes, diametralmente opuestos, la más terrible de las incertidumbres, el encuentro, el rumbo de la razón y los intentos de superación para traspasar la condición humana, a costa de la ideología del súper hombre, de la supremacía de la raza, de distintos géneros humanos, éticas y sentires, frontera, operación guardián, mexicanos y gringos, Tijuana choque de valores.

Nuevamente el filósofo por carta colombina, por título otorgado en condición fanática, en apóstol
de la ética del fanatismo, congregados ante la ignorante inmaculada, en taller que reedifica la práctica literaria, el estilo apolíneo, perfecto uso de la gramática, punto, coma, suspenso, ojo abierto, listo a evitar la cacofonía, sin embargo sin gracia, sin contenido, nuevamente filósofos de cartón, y además un sequito que legitima, que se apropian de las verdades de la falsa conciencia, con facultades por ellos mismo atribuidos para validar o invalidar cualquier otra expresión o interpretación de la vida. Los intelectuales no requieren de formulismos ni convencionalismos para cuestionarse sobre su realidad y la sociedad de su tiempo.

La moral Mannheinmiana, el caso particular de la intelligentsia como la unifica, forma que propicia el renacimiento social, por ser incorruptible y por estar exenta de la formación ideológica como producto social, el problema epistemológico planteado de otra manera. “La afectación social no implica necesariamente un error, solo establece el alcance y extensión de su validez”.

1. Friedrich Nietzche, Más allá del bien y del mal. Hay un momento en toda filosofía en que entra en escena la “convicción” del filósofo o, por decirlo con las palabras, de un antiguo “misterio.” Ha llegado un asno hermoso y fuerte.
2. Jacques Monod (Bioquímico francés), El azar y la necesidad. Premio Nóbel de Fisiología y Medicina en 1965. Entre sus obras destaca.

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